jueves, 6 de septiembre de 2018

LA PAUSA (relato)


       Los rigores con que Beatriz creció no le permitían andar en malos pasos; su madre le había dicho que si metía la pata tenia que jugársela sola,  porque lo que todos esperaban de ella, era que fuera una sierva del señor,  inmaculada y casta, y que cuando se decidiera por tener marido, lo hiciera con todas las de la ley;  profesional, y debidamente casada por la iglesia, como era su deseo.
      Lo que su madre no sabia, era que  la joven Beatriz,  hacia tiempo que salía con un chico que conoció, y  que su relación era tan profunda que muchas veces lo normal era no ir a clases, sino, verse con él  en cualquier lugar, ya fuera en cabañas, casa de amigos, o al aire libre.
      Por esa razón, cada vez que su madre comenzaba con su perorata, ella se sentía importunada, y lo que hacia era trancarse en su cuarto, y no abrir la puerta hasta que fuera  a salir de la casa a ver al novio, con el pretexto de que  se iba a estudiar.
      Su relación iba viento en popa, cada vez con más ilusión y pasión, hasta que un día estaba sentada en una butaca tomando clases, y sintió un vértigo extraño que la hizo perder el conocimiento despertando en la enfermería de la universidad, con la noticia de que estaba embarazada.
      No hubo peor noticia que aquella. Sintió que su vida terminó en ese instante, y su malestar físico, se convirtió en un tormento nunca antes sentido en lo que llevaba de vida. 
Su pensamiento entró en confusión extrema.
       Pensó en su madre y sus consejos permanentes, cuando le  advertía  que si no se cuidaba tendría que bandeársela sola, y resolver  con su vida.
No paró de llorar todo el trayecto hasta donde tomaría el bus. La gente le preguntaba,  pero ella callaba.  
       Después de pensarlo bien decidió compartir aquella situación con el causante de su desgracia: su novio.
 - No hay  mas remedio, me tendré que ir  a vivir amancebada con mi novio, tendré el bebé y después nos casaremos, así que lo llamaré. - pensó, al tiempo que marcaba su numero.  
- Hola, amor… quiero hablar contigo personalmente; ¿tú puedes venir al Parque Independencia,  que  estoy cerca?-
- Dime, ¿pasa algo?- preguntó el novio
-No, nada, ven que no puedo decírtelo por teléfono.- Dijo la joven
- Llego ahí en alrededor de cuarenta y cinco minutos, dependiendo del transito.- Dijo el novio.
 -Esta bien, te espero, ven rápido… besos.- Concluyó la joven.
        Una hora mas tarde llegó el novio, amoroso y contento con su amada. Se sentaron en uno de los bancos del lugar, y comenzó el interrogatorio de lugar.
-Dime, ¿te hizo algo tu mamá? ¿Necesitas algún dinero?- peguntó  el novio de manera  inquisidora.
- Nada de eso; sólo quiero saber si tú me amas como yo a ti.- indagó la chica.
- De amarte, amarte, claro que te amo;   sabes que eres la  chica que más me gusta ¿Y qué con eso?  Preguntó al terminar.
         -Es que hoy perdí el conocimiento, sentí un mareo, y desperté en la enfermería. No quería decirte nada, pero estoy embarazada.- Dijo, casi imperceptible.
   -¿Qué? ¿Que estas embarazada, dijiste? Pero que tiene eso que ver conmigo. Si estas embarazada debe ser de algún otro. Ustedes las chicas siempre salen con alguien más; no puede ser mío. Dijo el novio, contrariado.
- Qué me estas diciendo, si sabes que sólo salgo contigo; no tengo dudas de que eres el padre, no fue por eso que te llamé. Es que mi madre me va a matar si se entera, por lo que lo mejor es que me vaya vivir contigo- Dijo.
- Pero ¿tú esta loca? Tú no puedes vivir conmigo, ya yo tengo una mujer mudada, y tenemos un hijo; así que vete a ver como tú resuelves eso. Si quieres te consigo algún dinero para que te lo saques. Dijo,  el hasta ese momento amoroso novio.
      Las palabras sobraban ese día. La renuencia del joven, a aceptar aquella situación la hizo comprender el error que había cometido. Pensó en su madre, y se dio cuenta que tenia razón; siempre la tuvo, pero ella nunca la  tomó en cuanta.
      ¿Qué haría ahora? ¿Adonde iría?- Pensaba, mientras se volvía un mar de llanto.
Caminó toda la Avenida Mella hasta la cabecera del puente, y decidió cruzarlo a pie. Miró la gran altura que había hasta el río, y lo turbio y profundo de las aguas.  Se imaginó volando en un clavado mortal, y sembrarse hasta el fango de aquel lodoso, y contaminado río, que semejaba mas un pantano asqueaste y cenagoso.  Se detuvo un momento, e intentó trepar las barandillas, pero una mano la contuvo firmemente. Era su novio, y andaba con su mejor amiga de la universidad
-¿Ven acá mi amor, qué piensas hacer?- Dijo. Mientras la abrazaba tiernamente.
      Le contó que ya su amiga le había dicho todo antes de que ella  lo llamara, y que decidieron hacerle una broma, para ver como reaccionaba. Que aquello que  le había dicho no era verdad, y que tenía todo preparado en su casa para para empezar una vida juntos. El alma le volvió a entrar en el cuerpo, y entre sollozos se fue recobrando de aquella pesada broma.
      Esa noche, la madre de Beatriz la esperaba impaciente; ya debía haber llegado pensaba,   y  que tenía que ir con ella a la iglesia.
      Al llegar a su casa, el novio de Beatriz, estaba sumamente  contrariado y nervioso. Levantó el celular para leer un nuevo mensaje que decía: Gracias por la oferta;  tendré mi hijo sola. No te necesito. 
      En  la casa de la madre, la hermana de Beatriz recibió un mensaje de whatsaap.
- Dile a mamá  que no me espere, me quedé con mi amiga Vanesa.- Mas una foto de una prueba de embarazo que decía: POSITIVO.

FIN
     


     

Pablo Martínez
Dominicano.

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