Los rigores con que Beatriz creció no le permitían andar en malos pasos; su madre le había dicho que si metía la pata tenia que jugársela sola, porque lo que todos esperaban de ella, era
que fuera una sierva del señor, inmaculada
y casta, y que cuando se decidiera por tener marido, lo hiciera con todas las
de la ley; profesional, y debidamente
casada por la iglesia, como era su deseo.
Lo
que su madre no sabia, era que la joven
Beatriz, hacia tiempo que salía con un
chico que conoció, y que su relación era
tan profunda que muchas veces lo normal era no ir a clases, sino, verse con
él en cualquier lugar, ya fuera en
cabañas, casa de amigos, o al aire libre.
Por
esa razón, cada vez que su madre comenzaba con su perorata, ella se sentía
importunada, y lo que hacia era trancarse en su cuarto, y no abrir la puerta
hasta que fuera a salir de la casa a ver al novio, con el pretexto de que se
iba a estudiar.
Su
relación iba viento en popa, cada vez con más ilusión y pasión, hasta que un
día estaba sentada en una butaca tomando clases, y sintió un vértigo extraño
que la hizo perder el conocimiento despertando en la enfermería de la
universidad, con la noticia de que estaba embarazada.
No
hubo peor noticia que aquella. Sintió que su vida terminó en ese instante, y su
malestar físico, se convirtió en un tormento nunca antes sentido en lo
que llevaba de vida.
Su pensamiento entró en confusión extrema.
Pensó
en su madre y sus consejos permanentes, cuando le advertía que si no se cuidaba tendría que bandeársela sola, y resolver con su vida.
No paró de llorar todo el trayecto hasta donde tomaría
el bus. La gente le preguntaba, pero
ella callaba.
Después
de pensarlo bien decidió compartir aquella situación con el causante de su
desgracia: su novio.
- No
hay mas remedio, me tendré que ir a vivir amancebada con mi novio, tendré el bebé
y después nos casaremos, así que lo llamaré. - pensó, al tiempo que marcaba su
numero.
- Hola, amor… quiero hablar contigo
personalmente; ¿tú puedes venir al Parque Independencia, que estoy cerca?-
- Dime, ¿pasa algo?- preguntó el novio
-No, nada, ven que no puedo decírtelo por teléfono.-
Dijo la joven
- Llego ahí en alrededor de cuarenta y cinco minutos,
dependiendo del transito.- Dijo el novio.
-Esta
bien, te espero, ven rápido… besos.- Concluyó la joven.
Una hora mas tarde llegó el novio, amoroso y contento con su amada. Se sentaron
en uno de los bancos del lugar, y comenzó el interrogatorio de lugar.
-Dime, ¿te hizo algo tu mamá? ¿Necesitas algún
dinero?- peguntó el novio de manera inquisidora.
- Nada de eso; sólo quiero saber si tú me amas
como yo a ti.- indagó la chica.
- De amarte, amarte, claro que te amo; tú sabes que eres la chica que más me gusta ¿Y qué con eso? Preguntó al terminar.
-Es
que hoy perdí el conocimiento, sentí un mareo,
y desperté en la enfermería. No quería decirte nada, pero estoy embarazada.- Dijo,
casi imperceptible.
-¿Qué?
¿Que estas embarazada, dijiste? Pero que tiene eso que ver conmigo. Si estas embarazada
debe ser de algún otro. Ustedes las chicas siempre salen con alguien más; no
puede ser mío. Dijo el novio, contrariado.
- Qué me estas diciendo, si sabes que sólo
salgo contigo; no tengo dudas de que eres el padre, no fue por eso que te llamé.
Es que mi madre me va a matar si se entera, por lo que lo mejor es que me vaya vivir
contigo- Dijo.
- Pero ¿tú esta loca? Tú no puedes vivir
conmigo, ya yo tengo una mujer mudada, y tenemos un hijo; así que vete a ver
como tú resuelves eso. Si quieres te consigo algún dinero para que te lo saques.
Dijo, el hasta ese momento amoroso
novio.
Las palabras sobraban ese día. La renuencia
del joven, a aceptar aquella situación la hizo comprender el error que había cometido.
Pensó en su madre, y se dio cuenta que tenia razón; siempre la tuvo, pero ella
nunca la tomó en cuanta.
¿Qué
haría ahora? ¿Adonde iría?- Pensaba, mientras se volvía un mar de llanto.
Caminó toda la Avenida Mella hasta la cabecera
del puente, y decidió cruzarlo a pie. Miró la gran altura que había hasta el río,
y lo turbio y profundo de las aguas. Se
imaginó volando en un clavado mortal, y sembrarse hasta el fango de aquel
lodoso, y contaminado río, que semejaba mas un pantano asqueaste y cenagoso. Se detuvo un momento, e intentó trepar las barandillas,
pero una mano la contuvo firmemente. Era su novio, y andaba con su mejor amiga
de la universidad
-¿Ven acá mi amor, qué piensas hacer?- Dijo. Mientras
la abrazaba tiernamente.
Le
contó que ya su amiga le había dicho todo antes de que ella lo llamara, y que decidieron hacerle una
broma, para ver como reaccionaba. Que aquello que le había dicho no era verdad,
y que tenía todo preparado en su casa para para empezar una vida juntos. El alma le volvió a entrar en
el cuerpo, y entre sollozos se fue recobrando de aquella pesada broma.
Esa
noche, la madre de Beatriz la esperaba impaciente; ya debía haber llegado pensaba, y que tenía que ir con ella a la iglesia.
Al llegar a su casa, el novio de Beatriz, estaba sumamente contrariado y nervioso. Levantó el celular para leer un nuevo mensaje que decía: Gracias por la oferta; tendré mi hijo sola. No te necesito.
En la casa de la madre, la hermana de Beatriz recibió un mensaje de whatsaap.
- Dile a mamá que no me espere, me quedé con mi amiga Vanesa.- Mas una foto de una prueba de embarazo que decía: POSITIVO.
En la casa de la madre, la hermana de Beatriz recibió un mensaje de whatsaap.
- Dile a mamá que no me espere, me quedé con mi amiga Vanesa.- Mas una foto de una prueba de embarazo que decía: POSITIVO.
FIN
Pablo Martínez
Dominicano.
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