lunes, 17 de septiembre de 2018

BLANCO (Relato)


   
    En el momento en que  la música disco sonaba,  no había nadie que bailara como Blanco, a quien  pocos de los que le rodeaban podían superar en gracia y elegancia a la hora de mover el cuerpo;  además, tenia unas formidables cualidades para conquistar féminas, y tener amigos de la farándula que dejaba boquiabiertos a los que lo conocían de siempre. Su vida de jovencito aventurero se la pasaba entre programas de televisión y discotecas, donde el consumo de alcohol y drogas estaba reservado a una élite “exclusiva” de vive bien y gente “Light” a la que sólo a unos pocos se les permitía entrar; los demás miraban desde afuera.
       La vida de Blanco desapareció  de la vista del barrio, y si alguien quería verlo tenía que poner algún programa de televisión, porque seguro formaba parte de alguno de sus elencos.
       Una noche, uno de los mejores amigos que Blanco tenia en el  barrio fue a una fiesta (cosa que era costumbre en la muchachada de esa época),  alguien les presentó a unas muchachas  hermosas que estaban sentadas en una de las mesas exclusivas  del lugar, y sin saber por cual razón mencionó a  Blanco.  Una de las jóvenes se puso incomoda, pidió cambiar el tema, pero no tuvo mas remedio que compartir algo que mantenía en secreto; ella había sido  novia de Blanco,  y dijo haberlo querido mucho, por lo que había pensado  casarse con él antes de que el destino le hiciera aquella mala jugada que  les empezó a narrar: Era sábado y tenia varios días que no lo veía; Blanco no acostumbraba alejarse tanto tiempo así que sin avisar (porque en esa época los celulares  no existían), fue  a la casa donde él vivía,  entró sin tocar la puerta, y lo encontró en plena actividad sexual con otro hombre.
     Después de aquella cruel escena la joven se apartó  de tal manera que jamás volvió a tener contacto con Blanco, porque según dijo,  sentía una sensación indescriptible cuando recordaba a ese  macho probado haciendo de receptor en  aquel ritual de  sodomía.
    El tiempo pasó, tanto,  que ya nadie se acordaba que Blanco alguna vez existió; el mundo cambió de un momento a otro y ya todos eran padres de familia; algunos eran tan adultos que hasta tenían nietos, por lo que  apenas se veían algún fin de semana.
    Esa tarde por casualidad estaban todos reunidos en la acera de su bodega favorita jugando dominó. Un hombre se detuvo vendiendo algo.
- Plaguicida para matar ratones.- Voceaba.
 Al vendedor se le veía encanecido y demacrado;  casi llegando a la decrepitud de un centenario, y en sus ojos se notaba una tristeza infinita, como el de un alma en pena;  nadie lo conoció hasta que ya iba lejos. El dueño de la bodega se acercó al grupo.
-¿Ya vieron quien va ahí?- Peguntó.
-¿Quien?- Preguntaron a coro.
-El vendedor de plaguicidas;  ese es Blanco- contestó el bodeguero.
     Todos se pusieron de pie al mismo tiempo; por sus mentes pasaron los rayos multicolores de las luces de la discoteca, mientras se escuchaba a Barry White, con la canción: Let The Music Play; en unos segundos todos los amigos revivieron el pasado, mientras seguían con la mirada al amo de sus sueños de  juventud;  aquel  que nunca quiso despertar. Pero no vieron  a nadie. A lo lejos sólo se divisaba la figura parsimoniosa de un pobre viejo doblando la esquina.



FIN


Pablo Martínez
Dominicano.

      
    

2 comentarios:

Unknown dijo...

👏👏

Nicolás Acosta dijo...

La vida tiene altas y bajas, momentos de muchos brillos y momentos de oscuridad, solo nosotros mismo podemos definir nuestro futuro con nuestro accionar y nuestra toma de decisiones. Hoy hay muchos blanco, que solo viven el presente sin pensar que hay que proyectar hacia el futuro.