Era
una estrella pequeñita, como un lucero centelleante en la noche despejada, y de
repente se acercó; tan próximo que
parecía que la luna había bajado del firmamento. No había explicación en la mente del niño, quien junto a su
abuelo, sólo miraban hacia arriba anonadados por aquel fenómeno extraño, que
como una gigantesca sombrilla blanca los cubría desde arriba. Nunca el camino
fue mas oscuro, ni el cielo más estrellado, pero todo se iluminó esa noche.
Al
otro día, el niño, de sólo cuatro años le pregunto a un amigo de la casa que
era eso, señalando el vacío que se forma en el espacio, el mismo espacio que
forma las distancias; el amigo no supo nunca qué preguntaba aquel niño.
Pasó
el tiempo.
El
niño había crecido algo. Aprendió a leer
en un solo día; lo enseñaron unos militares que lucharon en la revolución, y
que estaban de puesto en un edificio contiguo
a la casa donde vivía; aprendió justo
en el momento en que lo pusieron
a deletrear la palabra “tomate” al revés; como a todos los niños, le gustaban
las aventuras, soñar que viajaba a las estrellas, y jugar a superman.
Una
noche de domingo, todos estaban celebrando fuera de la casa. El niño pululaba
entre todos los vecinos del lugar que allí estaban reunidos. Un Jeep con un
Militar llegó buscándolo. Era algo normal que los militares de teniente para
abajo jugaran tenis de mesa para decidir quien hacia guardia en la noche; perdió el teniente Mateo, por lo que le
tocaría hacer guardia y prepararle
cena a los dos perros que junto a
él cuidarían el lugar.
No
había noche más oscura que aquella, ni cielo más despejado, cuando un lucero
brillante se fue acercando, y se fue haciendo gigantesco sobre sus cabezas;
todos lo vieron esta vez, como una inmensa luna alumbrándolo todo.
Al
otro día, los diarios publicaron la
noticia de aquel extraño acontecimiento que fue visto por cientos de personas.
A
partir de entonces, en aquel poblado se
hizo costumbre ver volar extraños objetos
en forma de plato; decían que descendían frente a la casa de un niño a quien buscaban para que les hiciera
compañía en su viaje por las estrellas.
FIN
Pablo
Martínez
Dominicano
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