viernes, 31 de agosto de 2018

EL ESTABA AHI (RECUENTO)


      El en el origen de los astros siderales, cuando todo era oscuridad, en la extensa inmensidad  de las galaxias; Él estaba ahí. Fue testigo cuando el poder del hacedor encendió un éter  de luz, e  iluminó el universo  por completo. 
    Él vio el primer día y la primera noche; cuando se crearon los cielos,  la tierra y  los mares; cada árbol, cada cosa, y también al ser humano. Él estaba ahí, y los amó tanto, como a sus iguales.
      Pasaron los siglos, y sufriendo en silencio, veía destruirse a la humanidad, en las constantes guerras entre los pueblos, causadas por el egoísmo y la ambición. Entonces el hacedor tomó la determinación de acabar de una vez con lo que le quitaba la paz al universo. Sólo  siete se salvaron de la tormenta, porque obedecieron. 
       Y  no bastó una vez. El mal regresó nuevamente, y quisieron alcanzar al creador rompiendo fronteras. Y vino Babel, y las lenguas al mundo pusieron barreras. Y pasaron los siglos sobre la tierra; la creación floreció, pero el propósito se perdió en la gente.
       Los pueblos olvidaron lo que llevaban dentro, y se empeñaron en  aplastar el germen del hacedor. Las bestias humanas perdieron la razón, llenos de lujuria y deseos.
      Y tuvo que ser otra vez. El fuego del universo los arrastro al firmamento, como partícula sin ningún valor; limpiando   los  mares y el cielo, por ese momento. El estaba ahí, sufriendo callado.
        Y los siglos pasaron. Todo había cambiado. Se erigieron dioses de barro y de metal. El ser humano se convirtió en  un pedazo de carne, sin amor, y sin luz en su corazón. Se hizo esclavo de sus iguales, por la fuerza y la opresión. El odio los dividió y hubo guerras, y más guerras, y guerras…Y Él estaba ahí, sufriendo callado.
        Y cuando el caos fue mayor que en todos los tiempos, viviendo en las sombras, los seres de luz pidieron compasión y piedad para  la humanidad que sufría en silencio.   Sus voces se escucharon en el universo.
        Llegaron la indecisión,  y la duda,  de qué hacer para no hacerlos perecer a todos a un tiempo.
- A quien enviaré. - El creador  preguntó-  
-Envíame a mí, yo por ti estaré y los salvaré, y si es preciso,  por ellos moriré.- Él por fin habló... el hijo de Dios.
      Y vino el salvador, sin mirar los rostros, solo el corazón. Y les hizo recordar lo que habían olvidado: que eran Ángeles encarnados como seres humanos;  que la misión  era  llevar  amor sobre toda la tierra,  a toda la creación… y no lo entendieron. Habían olvidado de donde vinieron.
        Y la maldad de los hombres creció, y con saña lo destruyó todo, sin compasión, y sin pedir perdón; con violencia y felonía.
    Él estaba ahí; en medio de la gente, sufriendo en su carne el dolor que no conocía. Y padeció por todos los seres que amó por igual, con la inmensidad de su corazón… y murió por todos…el hijo de Dios. Y resucitó. Y desapareció, diciendo yo vuelvo.
        Y el tiempo pasó; mil años y mil años.  Y Su ejemplo aún  vive, su fe engrandeció a aquellos que amó desde el principio de la creación. Muchos lo esperaban, otros  no creían.  Y llegó el día.
       Las huestes celestiales abrieron los portales del universo. Las arcas aladas se llenaron primero con los que creyeron.  Para los que sintieron amor en su corazón se   abrieron las puertas de las arcas, y fueron transportados en un rayo de luz al interior. Mientras el caos reinaba en los que no comprendieron que el propósito de la creación era solo dar amor.
       Ya no hubo tiempo; la humanidad que  no creyó, en un repentino resplandor, se volvió cenizas, y desapareció.





Pablo Martínez
Dominicano.
   

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