Después de la cena, don Alberto, y
doña Ana, dieron un paseo por el jardín de la casa. Tanto tiempo
casados, y aun no dejaban la costumbre de andar tomados de mano. Se les veía
felices, tanto, que la satisfacción de su vida plena no podía quitarla el recuerdo de la juventud ida hace tiempo, ni la soledad en que vivían después
del matrimonio de su única hija, pues realmente se sentían
realizados.
Alberto, había
hecho fortuna con su fábrica de fuegos artificiales, una de las más importantes
del país, por su especialidad en producir los cohetes más vistosos y explosivos
en su área. Cuando sintió que debía hacerlo, vendió la fabrica, para
un retiro de por vida. Fue allí donde conoció a la mujer que le dio la
felicidad anhelada, y que lo acompañaría por siempre.- Hasta que la muerte me
separe.- repetía.
Distante
estaba el estadio de béisbol, con sus ruidos apenas audibles, que en nada
quitaba la paz a los vecinos a un kilómetro a la redonda. Ese día se celebraba
el último partido de la serie de béisbol de grandes ligas que había
llamado la atención de todo el país.
Hacia
apenas un año que la administración del estadio, había contratado a un joven
para sustituir al viejo encargado de la pirotecnia que había muerto, y
que también era el que hacia los pedidos de los fuegos
artificiales de producción nacional. Para esa noche tenían preparada una
batería de fuegos artificiales comprados en el extranjero, nunca vistos en el
país, que les auguraba el éxito total del evento.
A
las diez de la noche, aquella pareja adorable dormía profundamente. No se
dieron cuenta, cuando uno de los equipos de béisbol salió vencedor,
ni cuando se hizo la entrega de la gran copa de la victoria.
El
grupo de pirotécnicos esperaba la orden de comenzar el espectáculo. Se
consideraba que aquellos fuegos artificiales eran cien veces más poderosos que
todos los usados en series anteriores.
El
joven encargado de la pirotecnia esperaba el momento,-
Preparados…FUEGO-
El cielo se alumbró, con potentes
explosiones que se disgregaban en miles de fulgurantes estrellas multicolores,
y variadas formas. No se dieron cuanta cuando un cohete explosivo surcó los
aires fuera del área de juego.
Un
proyectil entro de forma meteórica por la habitación de los
esposos, que al despertar asustados sólo atinaron a decir cuando lo vieron
arder.- FUEGO- y explotó.
A
la mañana siguiente, pudo verse con claridad la terrible tragedia.
La casa quedó reducida a cenizas por aquel infernal incendio, mientras los
cuerpos de los ancianos fueron hallados carbonizados, entre los escombros.
En
los alrededores del estadio, la brigada de mantenimiento desarmaba las cajas de
fuegos artificiales. En la parte inferior de la madera podía
verse con claridad aquella frase: 中國製造 Hecho en China.
FIN
Pablo Martínez
Dominicano
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