lunes, 27 de agosto de 2018

EL PADRINO ( cuento




          Andrés, llegó a la casa cuando  su compadre Juan, se preparaba para irse al trabajo. Traía en una funda unos chocolates, y se la dio a su comadre, como habituaba.
         Al irse Juan, su hijo Juancito y su mujer se quedaban solos, y como es natural, si el hijo se iba a jugar o hacer mandados, ella se quedaba completamente sola, sin vecinos cerca, ya que vivían  a casi un kilómetro de distancia del pueblo, protegidos por una cerca de alambre y árboles de Nim, que los aislaba aun mas del resto de la gente.  Juancito, vio  lo difícil que le  fue a su padre despedirse esa tarde, y no disfrutar de la presencia de su amigo;  porque si a  alguien quería su padre,   ese era a  Andrés, un hombre de su absoluta confianza, por quien sentía tanta consideración y respeto, que fue en el  único en quien pensó para que fuera su compadre a la hora de bautizar a su primer y único hijo.
Juan se despidió de su compadre Andrés,  lamentando no poder quedarse a tomarse el café que su  mujer acostumbraba prepararle cuando llegaba a la casa.
        Al irse su padre, Juancito miró a su padrino seguir a su madre hasta la cocina, y hablar entre ellos. Su madre llego con quince centavos, y se los puso en las manos.
- Vete al colmado y tráeme un sobre de café y  el resto de azúcar, y pasa por donde la costurera para que me envíe el vestido que mande arreglar que ya esta pago-. Le dijo.
       Pero Juancito puso cara de enojo, y se negó  a salir, recibiéndole de su madre cuatro chancletazos por las nalgas. Dando gritos, y haciendo berrinches, se fue de la casa fingiendo que saldría al mandado y lo que hizo fue ponerse a dar vueltas en el patio.          No era la primera vez que notaba que entre su madre, y su padrino  estaba pasando algo raro,  pues siempre que este llegaba, si no estaba su padre,  lo mandaban al pueblo a comprar algo.
       Se asomó a la puerta, y miró para donde los había dejado sentados, y no estaban. Escucho algunos sonidos provenientes de la habitación que tenia la puerta  cerrada por dentro. En ese momento estaba resuelto a descubrir lo que estaba pasando entre su madre y su padrino, y delatarlos con su padre pasara lo que pasara.  Recordó que había una manera de tener  acceso a la habitación; así que dio la vuelta por detrás de la casa,  se subió por las paredes del baño hasta  el techo de cinz, donde precisamente faltaba media plancha, algo que fue dejado adrede para tener luz natural. Allí penetro sigilosamente, y pudo verlos acostados en la misma cama en que todos días su madre  dormía con su padre.
       Fue así que decidió esperar la hora en que su padre llegara del trabajo para contarle todo. Salio al pueblo, y se demoro,  hasta que su padre se le apareció buscándolo en la plaza pública, casi a las diez de la noche. Esa noche no durmió;  aun le dolía el jalón de orejas que le dio su padre cuando se lo llevo casi arrastrando.
       A la mañana siguiente, el ambiente se sentía pesado. Juancito no podía verle la cara a su madre, por quien  había empezado a  sentir cierto desprecio, así que aprovechó que su padre podaba una mata de naranja en el patio, para acercarse y contarle todo lo que había visto el día anterior, y que había sido la causa de su desobediencia.
        Si el día anterior, creyó que había sido el peor de su vida, Juancito se había equivocado; porque después de escucharlo, su padre lo agarro con una correa por la parte de la hebilla, y le dio una descomunal golpiza que no olvidaría nunca. 
       -Como tu vas a decir eso de tu mamá que es una santa, y de mi compadre que es un hombre de respeto, muchacho del demonio-  Le decía, mientras lo azotaba con violencia.
        El tiempo quedó atrás. El pastor Juancito, recordaba con tristeza aquel terrible episodio de su vida. Juan, a quien creía su padre,  había muerto hacia años,  y en ese preciso momento regresaba del funeral de su padrino Andrés. Antes de salir,  se encontró con su madre a quien no veía desde aquella ocasión. En forma de  disculpa por aquel hecho del pasado, su madre le confesó una sorprendente noticia: su padrino Andrés, no era solo su padrino,  era su  padre biológico, y Juan, su padre de crianza,  siempre lo supo.



FIN

Pablo Martínez
Dominicano

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