El
cerro era un lugar tranquilo, pero Tito no tenía otra alternativa que
abandonarlo y empezar una nueva vida en la capital a causa de la carrera de
medicina que iniciaría ese mismo mes. Se detuvo
a contemplar aquella escena fabulosa de un verde que centelleaba la
magnifica expresión de la naturaleza. A lo lejos, los flamboyanes amarillos y rojos daban mayor esplendor a la
acuarela multicolor de la campiña cibaeña. Respiró hondo y sintió más que nunca
la paz del lugar, razón por la que le llegó a pasar por la cabeza la
posibilidad de quedarse, pero estaba resuelto, no había marcha atrás.
Se
despidió de sus familiares y amigos, y en la mañana, bien temprano, maleta en
mano, tomo el primer autobús que salía
rumbo a la ciudad.
Disfrutaba del trayecto, como si aún fuera un niño. Miraba
los naranjales extenderse hasta los picos de las lomas, y las largas
sabanas convertidas en arrozales. Muy
adentro sentía que su vida estaba ahí, en el campo, al que solo volvería de vacaciones hasta terminada su
carrera, convertido en médico.
Llegó
a la capital y se fue adentrando pronto a la selva de cemento. En apenas dos horas, estaba rodeado de edificios y del tránsito infernal del
centro de la capital. Sintió pánico, pero todo estaba consumado. No había
vuelta atrás.
El
bus se estacionó en su parada habitual. Tito tomó su pequeña maleta y caminó decidido hasta la salida. Llamó a su tía,
que vivía en el Este, para decirle que había llegado. Cruzó la avenida y
tomó un carro derecho hasta la Duarte con Paris. Allí se las arregló para tomar
un carro destartalado y sucio que
lo llevaría a la casa de su tía, en Los
Frailes.
Llegó a los Frailes casi una hora después. El terrible calor se
acrecentó con el inamovible tapón que se hizo para cruzar el puente Duarte. Sudaba la gota gorda, pero por fin había
llegado. Tomó su celular para volver a
llamar a su tía y decirle que pasara a recogerlo. Una moto llegó con dos hombres que usaban
cascos que les cubrían el rostro. Le arrebataron el celular; él forcejeó. Sonaron dos disparos.
Esa noche, todas las noticias del país fueron las mismas: Matan
estudiante meritorio para robarle un celular.
FIN
Pablo Martínez
Dominicano
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