Otra vez de ausencias
me puebla el silencio
en mi inconmensurable pequeñez
de hombre y renacuajo
No sé,
sufro la extraña manía
de renunciar siempre a todo
fatigado de estos pies
de estos ojos
y estas manos
que esgrimen mis versos
como me esgrime la noche
II
¿Y qué si en mi turno
de dios pardo y cansado
prefiero todavía la danza bajo la lluvia
el sortilegio de los viernes santos
hablar con las estatuas
lanzarme de espaldas
tres veces al mar
y desnudarme en los corredores
de esta casa viva y vacía?
1 comentario:
Es increíble como a veces puede uno llegar a sentirse ¡TAN INSIGNIFICANTE!, menos que nada, pero seguimos exsistiendo, y solo queda esperar, no hay de otra.
Atte. Martha...
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